Se deberá concluir que disponen de una resistencia superior al amianto. Han generado las más terribles catástrofes devastando culturas, poblaciones, economías, naciones y no dejan de aparecer, en cuanto oportunidad se les aparece, siendo impresentables personeros. Vuelven, una y otra vez, con las mismas cantinelas. Agoreros, con sus amenazas, con sus pronósticos de cataclismos y preanunciando todas las pestes. Operadores de matufias y adalides de la destrucción de las economías productivas, académicos voceros del capital financiero mundial, improductivo, armamentista.
No dejan de desfilar por los distintos programas de tv, de opinión, cohabitando, todavía, en los claustros universitarios nacionales, los mismos que, en sus entrañas, conllevan las causales de las rebeliones populares del 2001. Me refiero, dominantemente, a los economistas. Aunque no vamos a hacerle descuento a los políticos, periodistas, medios, profesionales y personajes de toda laya.
En los medios no dejan de proponer recetas con ajustes cuando, en esos mismos espacios, comparten columnas donde se reseñan los caudales de las protestas sociales en Europa contra las mismas recetas que indican para nuestro país.
Leer, escuchar o ver gran parte de la producción periodística nacional es un esforzado esfuerzo contra la paranoia. Es un testeo de los grados de manipulación que alcanzan. Entremezclando -como manera de dar credibilidad al mensaje de fondo- diversas opiniones como un shopping temático pero, como en una casi perfecta obra, perdure el mensaje de fondo: el del fracaso, del despilfarro, los absolutos negociados, la impericia, el favoritismo de todos quienes pugnan por dar vuelta la taba.
No vacilan en generar campos de enfrentamiento con las políticas esenciales que el gobierno nacional viene sosteniendo. Aún con sus más y con sus menos, con luces y sombras, avances y retrocesos, pero sin renunciar al rumbo de pleno empleo, sustitución de importaciones, autonomía económica, integración regional, estímulo a la investigación y la producción y vigencia plena del sistema democrático y los derechos humanos.
Para nosotros, la Argentina, es una realidad que supera lo imaginado hasta hace unos años. Falta muchísimo, sin dudas. Y se cometen omisiones u errores inquietantes. Para se avanza en el rumbo dominantemente correcto. El primer aprendizaje es que opinemos de la mitad del vaso vacío aceptando que hay otra completada. Si no es como el tejido de Penélope.
Indigna verlos con alevosa impunidad dar cátedra de qué se debe hacer a los Melconian, Broda, Prat Gay, González Fraga, Lezcano, Morales Solá, Fontevecchia, y tantos más. Obviamente, criticando y desnaturalizando los hechos para darle cabida a un relato de fórmulas. Implacables. Aptas para cualquier clima y territorio. Suena tan procaz como si le dieran cámara a Videla, Agosti, Menéndez y despotricaran contra la sociedad argentina en donde lo que hoy podrían considerar su desmadre debiera atenderse con un golpe de estado.
La sociedad argentina ha experimentado y aprendido profundamente del infierno al que fuimos arrastrados. Desapariciones, guerra, genocidios, exterminio económicos, desolación, exilios, prisiones, bancarrota y caída del mundo.
Atravesamos días de profundas lecciones. De haber dejado de lado el abismo. Y lo doloroso y difícil que es reconstruir la Nación. La diversidad de enfoques, maneras de llevar a cabo los cambios, los tiempos o las prioridades dan entidad de adversarios entre quienes las sostienen. Y está bien. En la diversidad está la garantía de sustentabilidad del rumbo.
Nunca dejando de lado los cantos de sirena de las expresiones neoliberales. Sepamos que la única viabilidad del modelo neoliberal es malthusiano. Sólo es factible extinguiendo las tres cuartas partes de la población. El neoliberalismo, en sus expresiones, es el andarivel de construcción y desarrollo para muy pocos a costa del exterminio y padecimiento de millones de personas. Es imprescindible no perder la Memoria. Trascenderla a las nuevas generaciones no sólo como un canto del pasado sino como una amenaza, que con diferentes ropajes sabe trasvetirse, como el Lobo de Caperucita.
Naomí Klein viene trabajando y denunciando las formas más brutales del capitalismo. Casi nazis. Su trabajo La doctrina del shock ha sido documentalizado atravesando el relato de la autora. A continuación el video donde explaya las tesis de sus investigaciones acompañadas con las imágenes de más de medio siglo de génesis, apogeo y decadencia de una de las concepciones teóricas y prácticas que más crímenes ha cometido en la historia de la humanidad.
Para ver el video ir al blog, cliqueando en el título
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