Hace un poco más de un mes se cumplió el primer año de la desaparición de Jorge Semprún. Escritor, parlamentario, político, de origen español.
¿Quién fue Semprún?
Un actor y testigo de parte de los momentos más penosos del siglo XX. De muy joven se enroló en las fuerzas antinazis. Fue detenido y deportado a Buchenwald, Alemania, como particípe de la Resistencia. A partir de entonces fue identificado con el número de preso 44904. Repetidas veces comentó que, en buena parte debido a su juventud, pudo sobrevivir y experimentar la liberación cuando fuerzas norteamericanas -y no quedar en las siniestras sesiones de tortura y al racionamiento- abrieron los galpones en los que se encontraba hacinado.
En los años posteriores retoma su militancia en el PC español, hasta que es expulsado por diferencias con Dolores Ibarruri (La Pasionaria) y Santiago Carrillo, y que quedará reflejado en Autobiografía de Federico Sánchez. Anteriormente, con La escritura y la vida, de 1963, y El largo viaje comienza a dar testimonio de la resistencia antinazi como del horror de Buchenwald.
Fue guionista cinematográfico de obras emblemáticas del cine político. Con Alais Resnais edificó el texto de La guerra ha terminado, film de enorme significación política, donde el actor Yves Montand, personificando a un alto funcionario del PCE (Santiago Carrillo?), polemiza con los jóvenes de alternancia del partido sobre las vías al poder ante el franquismo y la nueva situación surgida con el XX Congreso del PCUS y la Revolución China. A su vez, con Costa Gavras firmó los guiones de Z y Estado de sitio.
En abril de 2010 realizó la última visita a Buchenwald, en conmemoración del 65° aniversario de la liberación. Anteriormente, en 1988, aceptó la invitación de Felipe González de formar parte de su gabinete. como ministro de Cultura del gobierno español.
La entrevista, cuyo video está a continuación (cliquear acá los que reciben vía suscripción), realizada por la Radio Nederland nos permite acceder a la hondura de sus opiniones y experiencias como del mensaje que se ocupa de resaltar.
Desde comienzos de julio, los miércoles a las 22 horas, por el Canal a, se presenta, en formato de treinta minutos, El Péndulo, conducido por Juan Pablo Varsky. Un periodista que se ha ido destacando por el equilibrio de sus opiniones y lo nutrido de sus argumentaciones. En lo deportivo, área donde comenzó a sobresalir es una de las opiniones más atendidas. Alejado de bochornos y bandos, es una expresión que transmite una intención de encontrar el rumbo diferente de la confrontación. No por ello evade sus críticas, por caso su postura ante el presidente de la AFA y la situación institucional de la entidad.
Si es que admitimos que vivimos en medios de una confrontación donde no se escucha más que para el rápido etiquetamiento. Sean ellos montescos o capuletos, en definitiva son las dos caras de una misma moneda. La idoneidad de Varsky se sostiene en una cultura en parte por haber cursado materias en las carreras de Ciencias Económicas y de Ciencias Política. En radio, en tanto es recomendable su programa en la FM 95.1, de 6 a 9 horas, los días de semana, que además de escucharse y caracterizarse grandes bandas musicales y temas emblemáticos de las últimas décadas, combina una visión editorialista del deporte como de la política nacional y de las artes y espectáculos.
En El Péndulo, el desafío que parecería haberse propuesto es alcanzar un punto de síntesis, o al menos de permitir las exposiciones con las visiones consabidas de los referentes periodísticos del momento. Es una invitación "a pensar" el periodismo contemporáneo. Con todo lo que implica como canal de comunicación, información y opinión en la Argentina actual.
Es una perlita, en estos tiempos, disponer de una propuesta que ilustre a los televidentes de los matices y diferencias de enfoques y propuestas como las metas que las firmas más encumbradas de los principales medios del país manifiestan en sus espacios. En consonancia o no -esto en remotas ocasiones- con las empresas editoriales que los emplean.
Continúa pendiente el ascender en la escala de intereses que los medios expresan. La inminencia de la aplicación plena de la Ley de Medios quizás resulte una posibilidad de auscultar en el nervio vital de las empresas. Sus conducciones reales, que manufacturan a diario, con el componente más finito que es la noticia. Nada resulta más viejo, suele afirmarse, que un diario de ayer. Insumo que nunca dejará de existir y que permitirá tanto decir: "fue asesinado José Pérez" o "José Pérez ha dejado de existir".
En buena medida los mentores de opinión son los dueños del estado anímico de los argentinos. No porque creamos que están detrás de cada detalle, sino porque el difuso entrelazamiento de información e intereses permite arribar a cócteles que amalgamen con sus intereses corporativos, de sector, y en los cuales los más caracterizados -como gerentes de una empresa- deben velar por los dividendos de la compañía. La asamblea de accionistas mira, anualmente, primariamente el índice resultados. Luego dimensionará la calidad, el empeño investigativo, los nuevos canales comunicacionales, los productos en sí: diarios, revistas, canales de televisión, agencias de noticias. Pero no dejemos de considerar que para estas personas lo primero es lo primero
De esto saben un vagón los Saguier, Spoltzky, Magnetto, Manzano, Gvirtz, Fontevecchia que engordan su ganado al calor de posicionamientos que involucran a la sociedad y a sus expresiones, en el ejercicio de un "cuarto poder" en ejercicio real.
El pasado miércoles, JPV entrevistó a Beatríz Sarlo. Interesante. Lo que demuestra que sin animosidades ni rotulamientos es posible dialogar y escuchar la opinión del otro. En tanto transite los canales republicanos y democráticos de respeto a la voluntad popular.
Más abajo, se detalla la programación de agosto con sus emisiones y repeticiones. Aquí el video del programa completo.
Para quienes reciben el post en sus mail y quieran ver el video cliquear acá
Información del portal de Canal a
El péndulo
Con la conducción de Juan Pablo Varsky Juan Pablo Varsky entrevista a referentes del periodismo local, que reflexionan en torno al oficio de ser periodista. Un espacio para pensar la profesión desde un lugar más filosófico que coyuntural. La lista de invitados incluye a profesionales de reconocida trayectoria de nuestro medio como, Jorge Lanata, Sandra Russo, Beatriz Sarlo, Roberto Caballero, Mario Pergolini, Hector Dámico, Jorge Rial, Eduardo Anguita, Ricardo Kirchbaum y Víctor Hugo Morales.
Los amigos que reciben las
novedades por mail no dispondrán de los links a la película. Para hacerlo,
deberán cliquear en el título del envío que les habilitará la página del
blog donde ahí tendrán disponible las dos partes de la película.
Verano
de 1947. Stingo, un joven aspirante a escritor, se instala en una pensión
familiar de Brooklyn, con la intención de escribir una novela. Sin embargo,
su tranquilidad se verá pronto turbada por la terrible discusión de una
pareja que vive en el piso de arriba. Cuando conoce a los amantes queda
cautivado por su encanto y simpatía. Ella, Sophie Zawistowska, es una
hermosa emigrante polaca y católica. Él, Nathan Landau, un encantador y
desequilibrado científico judío. Poco a poco, Stingo se convierte en su
mejor amigo. Sophie, hija de un ilustre profesor polaco, sobrevivió al
campo de exterminio de Auschwitz, pero vive atormentada por su pasado.
(FILMAFFINITY)
Los represores condenados por haber realizado tareas de inteligencia previas al secuestro de alumnos del Mariano Acosta
Dos represores a prisión por los desaparecidos del
Mariano Acosta
El
Tribunal Oral Federal 1 de San Martín condenó a los expolicías bonaerenses
Roberto Bustos y Jorge Bianchero, a 19 y 9 años de prisión respectivamente, al
encontrarlos culpables de haber realizado tareas de inteligencia previas a un
operativo que culminó con el secuestro y desaparición de un grupo de jóvenes, en
1979, que concurría al profesorado.
Además, los jueces Lucila Larrandart, Daniel
Petrone y Héctor Sagretti, al dar a conocer la sentencia, consideraron estos
delitos como de lesa humanidad. La fiscalía y la querella había solicitado una
pena de 25 años.Antes de la
sentencia, los jueces escucharon las últimas palabras de Bustos, quien se
defendió asegurando que "mis manos están limpias" y sostuvo que su función se
limitaba a ser "simples informantes de los militares". "Nosotros también la
pasamos mal en esa época", se excusó el expolicía y justificó su accionar:
"Tuvimos que ponernos muy rígidos hasta con quienes eran nuestros vecinos de la
zona". Además, Bustos
negó haber efectuado "operativos con el Ejército" y puntualizó que "para el
Ejército, nosotros éramos simples informantes". En tanto, Bianchero rechazó la
posibilidad de decir sus últimas palabras.
Fuente: Página 12, 31 de mayo 2012
Condenan
a dos ex policías bonaerenses por la represión clandestina en Campo de Mayo
Dos
comisarios retirados de la Policía Bonaerense fueron condenados a penas de 19 y
9 años de prisión por el secuestro y desaparición de seis jóvenes compañeros de
un taller literario.
Algunos
de los estudiantes pertenecían al profesorado "Mariano Acosta".
El
fallo del Tribunal Oral Federal 1 de San Martín además dispuso su inmediata
detención y traslado a una cárcel común.
Las
penas recayeron sobre los comisarios inspectores retirados Roberto Bustos,
condenado a 19 años y Jorge Bianchero, a 9 años, ambos de 78 años, quienes
habían llegado al juicio en libertad, ya que nunca estuvieron detenidos porque
habían sido procesados pero sin prisión preventiva.
Bustos
era el jefe de la división Informaciones de la delegación San Martín en la
dictadura, y Bianchero era el titular de la seccional Villa Lynch de ese partido
bonaerense.
El
Tribunal ordenó su inmediata detención y traslado a la unidad 22 del Servicio
Penitenciario para cumplir la pena en cárcel común y además dispuso que se
inicie una investigación contra Bustos en el juzgado federal 2 de San Martín,
para determinar si también puede ser acusado de homicidio por la suerte corrida
por los seis secuestrados, al hacer lugar a un pedido del fiscal Marcelo García
Berro en base a los dichos públicos del ex dictador Jorge Rafael Videla, sobre
el destino de las víctimas de la represión ilegal.
Los
jueces Lucila Larrandart, Héctor Sagretti y Daniel Petrone entendieron por
unanimidad que los hechos juzgados se encuadran como delitos de lesa humanidad,
imprescriptibles, y que la justicia de primera instancia debe además iniciar
causas para determinar si hubo más responsables en lo ocurrido en mayo de 1979,
como el entonces jefe de la Unidad Regional San Martín y el de la dirección de
Inteligencia de la Policía Bonaerense.
El
fallo fue recibido con aplausos por familiares de las víctimas que seguían la
audiencia en la sede del tribunal, en la localidad bonaerense de Olivos, y luego
se nombró a cada uno de los desaparecidos en ese secuestro ilegal al grito de
"presente".
Los
dos acusados salieron de la sala de audiencias directo a su lugar de detención,
mientras que por la mañana Bustos había dicho sus últimas palabras -aún en
libertad- y después junto a su consorte de causa esperó en el jardín delantero
del edificio tribunalicio la hora del veredicto.
"Nosotros
éramos simples informantes, sólo se hacían informes de inteligencia, nunca
hicimos operaciones y nosotros también la pasamos mal en esa época, tuvimos que
ponernos muy rígidos con nuestros vecinos. Mis manos están limpias", dijo a los
jueces el ahora condenado, quien se apoya en un bastón y pidió que se le conceda
arresto domiciliario por su estado de salud, algo que tendrá que decidir la
Justicia.
En
la sala estuvo, además de otros familiares de las víctimas, León Sznaider, un
anciano padre de Jorge Sznaider, uno de los estudiantes del profesorado del
colegio porteño "Mariano Acosta" que formaba parte del grupo secuestrado.
El
público lo aplaudió vivando su nombre, ya que fue él quien junto al abogado
Pablo Llonto denunció a Bustos, hizo abrir la causa y fue siempre
querellante.
La
sentencia se conoció al término de un juicio iniciado el 9 de mayo pasado, y
durante el cual se juzgó lo ocurrido la noche del sábado 12 de mayo de 1979,
cuando un grupo de tareas irrumpió en un departamento de Ecuador 323, en la
ciudad de Buenos Aires, y secuestró a seis personas, todos compañeros de un
taller literario y tres de ellos alumnos del Mariano Acosta.
Las
víctimas fueron Norma Beitone, Jorge Sznaider, Jorge Pérez Brancatto, Hugo
Malozowski -los tres estudiantes del Mariano Acosta- y los escritores Mirta y
Carlos Pérez.
El
viernes previo Beitone había sido secuestrada al salir de su trabajo en una
perfumería del barrio de Almagro, y al día siguiente se hizo el operativo en el
departamento para privar de su libertad a los demás, quienes tenían planificada
una cena a la cual estaba invitada la joven secuestrada poco antes.
Sznaider
tenía 19 años y estudiaba profesorado de historia en el Mariano Acosta, junto a
otras dos víctimas: Malozowski y Pérez Brancato, a raíz de lo cual siempre se
aludió a ellos como "el grupo del Mariano Acosta".
Dos
días antes de los secuestros, la policía de Villa Lynch -subordinada al
Ejército- había detenido ilegalmente a un hermano de Beitone y a un amigo en un
departamento en esa localidad donde secuestraron libros, uno de los cuales
pertenecía a Sznaider. Ambos fueron liberados tras ser interrogados sobre
quienes luego fueron las víctimas del operativo ilegal.
En
el juicio actuaron como querellantes Llonto por la familia Sznaider, la
Secretaría de Derechos Humanos de la Nación representada por Ciro Annichiarico y
el colectivo "Justicia Ya" con el abogado Pablo Piatigorsky.
Leonardo Favio filmando Crónica de un niño solo, en 1965
Podría imaginarse la trayectoria de Leonardo Favio como el de una crónica de un niño solo. Oriundo de Luján de Cuyo, Mendoza, debutó en el cine a los veinte años en El Jefe, de 1958, en una actuación que integraba como el más jóven de un grupo de amigos lindante en el ingreso a lo delictivo. Película importante de la Generación del '60. Fuertemente influenciada tanto por las restricciones y censura de la época antiperonista -aún con ciertos márgenes de aire renovado por el frondicismo- y la atracción de las novedades que aportaba el neorealismo italiano como la nouvelle vogue francesa. Polos de atracción ineludibles para un joven que había llegado a Buenos Aires pleno de saciar una creatividad que se revelaría impar.
Un autodidacta innato. Siempre pudo hacer suyas las más finas frecuencias disponiendo de una sensibilidad destacada como actor, guionista, director de cine, cantante y compositor llevando sus obras a niveles de innovación y profunda popularidad. Favio es un artista de masas. Que ha recurrido a diferentes expresiones para materializar su arte. Imágenes imborrables pueblan su filmografía. Quedará, entre tantas, para los tiempos las secuencias de la épica de Gatica, envuelto en la bandera argentina, llevado en andas por un ring victorioso, en los años del peronismo, con los acordes de Tanguera, el tango de Mariano Mores y su orquesta.
El cine de Favio siempre ha tenido una resonancia de gesta, mítica. El pueblo mantuvo el rol protagónico y su felicidad como su lucha por ella. Reconocido por todas las expresiones sociales y políticas del país ha mantenido inquebrantable su identidad peronista que corona en una obra intensa: Perón, sinfonía de un sentimiento. Su profunda sensibilidad social y artística lo emparenta con otro ícono de similares características, Hugo del Carril.
La oportunidad de su cumpleaños debe permitirnos a repasar algunas de sus obras. Como así este notable reportaje que le realizó el escritor Rodolfo Braceli, en noviembre del 2007, en la revista ADN. No dejen de leerlo ingresando acá.
Compartimos, en versión completa y gratuita, un clásico del cine. Novecento, la película de Bernardo Bertolucci, realizada en Italia y estrenada en 1976. La magestuosa obra es un fresco de la historia italiana desde el inicio del siglo XX. Sobresalen varios aspectos. Destacamos dos. El prestigioso elenco que le dio vida al film. Muchos de los actores habiendo realizado las primeras armas de protagonismo. Como los casos de Robert de Niro, quien disfrutaba de haber participado de la obra cumbre del cine: El Padrino. O, Donald Sutherland, revelación de Mash. Sin embargo, sobresale la actuación de Burt Lancaster, un actor norteamericano, originario del circo, y que formó parte de una camada llegada a Hollywood de actores como Kirk Douglas y Tony Curtis. Por ese entonces ya había filmado con Luchino Visconti y se convertía en un actor de culto.
Con las dos partes de la película, dado lo extensa de la misma, podrán acceder a una obra insustituible y a escenas nunca vistas en el país. Tengamos en cuenta que la censura hacía extragos en los films que podían acceder a ser proyectadas, luego de la poda a que eran sometidas. En verdad, vimos otra película, que por momentos resultaba difícil comprender y un entrelazamiento de historias casi inarticulado. Ahora, disponen de las versiones completas.
Más abajo, reproducimos un interesante trabajo de análisis y datos del film realizado por el blog Cine Italiano que abunda sobre comentarios sobre la obra.
Parte 1:
Parte 2:
IMPORTANTE
Los amigos que reciben las novedades por mail no dispondrán de los links a la película. Para hacerlo, deberán cliquear en el título del envío que les habilitará la página del blog donde ahí tendrán disponible las dos partes de la película.
Análisis de Novecento realizado en el blog Cine italiano, que reproducimos
Novecento es un film de Bernardo Bertolucci
estrenado en 1976, que narra las cinco primeras décadas del siglo XX en Italia.
El director de ideología izquierdista hizo, al filmar la película, un gran
homenaje al comunismo italiano, aunque con una lógica reflexión utópica sobre la
ideología al final de la cinta.
La película fue una gran epopeya de su tiempo,
producida por Alberto Grimaldi. La cinta tiene un gran carácter persuasivo e
ideológico, sin embargo el excelente plantel de actores, el argumento, la
fotografía de Vittorio Storaro y la banda sonora de Ennio Morricone convierten a
esta película en no sólo una crónica del devenir histórico de las ideologías en
la Europa del siglo XX, sino también en una obra de arte cinematográfica.
La película comienza el 27 de enero de 1901,
coincidiendo con la muerte de Verdi, nacen al mismo tiempo en la hacienda
Berlinghieri, dos niños: Olmo Dalcò (Gérard Depardieu), de origen humilde y
descendiente de trabajadores de la hacienda y Alfredo Berlinghieri (Robert de
Niro), nieto del patrón de dicha hacienda (Burt Lancaster).
Aunque las circunstancias del momento les
enfrenten durante toda la historia, surgirá entre Olmo y Alfredo una gran
amistad. La película narra los acontecimientos de relieve que ocurrieron en la
Italia de la primera mitad del siglo XX. Empieza mostrándonos la situación de
explotación en la que viven los campesinos de la finca, más tarde la acogida del
comunismo por parte de los proletarios, luego narra el final de la Primera
Guerra Mundial. Pero sobre todo la obra se centra en el nacimiento del Fascismo,
apoyado, ideado y mantenido por los grandes capitales, sobre todo poderosos
terratenientes que ven cómo merma su poder ante la creciente ideología
comunista.
Por ello la película muestra esta ideología
fascista que acuña el camisa negra Attila Mellanchini, personaje interpretado
por Donald Sutherland. En un principio este personaje es contratado como
administrador por el dueño de la finca y nuevo patrón, Ottavio, que es el padre
de Alfredo y que ha heredado la finca del abuelo, Alfredo Berlinghieri Senior.
Sin embargo Ottavio muere repentinamente lo que convierte a Alfredo en padrone
(patrón) de la hacienda Berlinghieri.
Attila, ante la pasividad de Alfredo realiza
todo tipo de abusos e injusticias contra los campesinos como agresiones y
arrestos. Mientras la mujer de Alfredo (Dominique Sanda), burguesa y bohemia, se
opone inútilmente a Attila y comienza una relación de amistad con Olmo, que hace
sospechar a su marido Alfredo. Hasta que un día la ira de los campesinos estalla
sobre Attila, y éste en represalia junto con los camisas negras asesinan a
varios campesinos, ante esto Olmo tiene que huir.
Años más tarde con la liberación de Italia por
los aliados, los campesinos armados capturan a Attila y a su mujer (la prima de
Alfredo) y les ejecutan, así como también capturan a Alfredo, el patrón, y
realizan un juicio popular contra él, convocado por Olmo, que reaparece tras
haber estado escondido en la propia hacienda. Finalmente Alfredo no es condenado
a muerte sino que simplemente su figura histórica, el padrone (patrón), queda
destruida. (3)
Ver después de muchos años un "fetiche"
cinematográfico puede ser una experiencia decepcionante, ingrata e incluso
dolorosa. Pero al menos para nuestro compañero Joel Poblete, el reencuentro tras
casi 15 años con la imperfecta pero fascinante "Novecento" de Bertolucci, fue
emotivo y hasta iluminador. La tan postergada edición en DVD que apareció a
fines del 2006 (al cumplirse cuarenta años de su estreno) permite acceder a la
versión más cercana al corte original del director de cinco horas y cuarto de
duración.
Hay una categoría de películas que tienen mucho
de malditas, desmesuradas y ambiciosas, que no son perfectas e incluso tienen
unos cuantos defectos en su narración y puesta en escena, pero sin embargo a
determinados espectadores los atrapan y les dejan un recuerdo imborrable. Para
mí una de ellas ha sido durante años Novecento, el pretencioso fresco con el
que, a modo de una verdadera alegoría, Bernardo Bertolucci intentó reflejar los
cambios sociales y políticos en la Italia de la primera mitad del siglo XX, y de
paso se encontró con unos cuantos problemas con su distribución internacional,
tanto por su excesivo metraje como por su temática y el impacto y polémica de
algunas de sus imágenes.
¿Por qué se ha convertido en un fetiche para
mí? De partida es bueno recordar que en Chile, a causa de la mirada generosa con
el proletariado y los discursos de izquierda que mostraba la cinta, era lógico
que la censura de la dictadura pinochetista no permitiera su exhibición en la
época de su estreno (1986), y permaneció prohibida durante años, hasta que por
ahí por 1992, ya en democracia, se lanzó en video y TVN la transmitió como
miniserie, en capítulos emitidos en horario de trasnoche. En esos años yo recién
estaba empezando a obsesionarme con el cine más allá de la entretención que
podía traerme como espectador, pero no sabía demasiado sobre Bertolucci, salvo
su generosa cosecha de Oscar con El último emperador (en esa misma época hubo
cierto revuelo por el también postergado estreno de El último tango en París);
leí en la prensa que se exhibiría en la TV esta especie de "película maldita"
que había estado prohibida, y seguí la serie con fascinación y asombro, además
de grabarla en video. Lo anecdótico es que a pesar de que se había levantado la
censura, de todos modos se cortaron algunas escenas y hasta alteraron el orden
de algunas secuencias de manera bastante torpe y burda (había momentos que se
cortaban, y sin embargo su continuación aparecía varios capítulos después), y a
pesar de eso, su sorprendente mezcla de crudeza, delicadeza, política,
violencia, lirismo, sexo y crónica histórica me capturó por completo, me
apasioné por las vicisitudes de sus personajes y me obsesionaron las
actuaciones, la dirección de arte y fotografía, la bellísima e inolvidable
partitura de Morricone.
De Niro, Depardieu y Donald Sutherland
Además, Novecento abordaba uno de los temas que
más me obsesiona y atrapa en el séptimo arte: el paso del tiempo, y cómo éste
influye en las vidas y acontecimientos. No es casualidad que buena parte de mis
películas favoritas tengan que ver con esto; me fascina cuando dentro de una
misma obra vemos evolucionar, para mejor o peor, a sus personajes y entorno, y
la historia de Alfredo y Olmo, dos niños nacidos el mismo día (coincidiendo con
la muerte de Verdi, ni más ni menos), en los albores del siglo XX y en el
corazón de la región italiana de Regio Emilia, tiene mucho de eso. Aunque tienen
distintos orígenes sociales, ambos cultivan una amistad de años que se verá
afectada por el tiempo y por las diferencias ideológicas y de clase –uno era
hijo del patrón, el otro de uno de los trabajadores, y mientras el primero hizo
la vista gorda ante el ascenso del fascismo, el segundo se convirtió en adalid
del comunismo y los derechos del campesinado-, que de paso van señalando el
complejo desarrollo de la historia italiana de esas décadas, de ese siglo que
precisamente en italiano debería ser llamado "Novecento" (mucho más acertado que
el nombre 1900, como se conoció a la película en Estados Unidos y América
Latina).
A pesar de la irregular carrera que ha tenido
Bertolucci en las últimas dos décadas, y que algunos de sus títulos me han
decepcionado mucho -El pequeño Buda y The dreamers, por ejemplo, proyectos que a
priori parecían interesantes pero en los que el italiano no va más allá de los
aciertos visuales-, no dudo en mencionarlo entre los realizadores que más me han
interesado como cinéfilo. Nunca más volví a ver Novecento, pero seguía guardando
una enorme veneración por ese título, aunque temía que podía deberse a la
traicionera nostalgia que a menudo nos hace imaginar algunas cintas mucho más
grandes de lo que realmente son. Siempre sentía la curiosidad de volver a verla,
pero sabía que no estaba en DVD salvo una edición europea que al parecer no era
demasiado digna, por lo que durante años esperé a que se editara finalmente. Me
alegré enormemente cuando finalmente se anunció la edición en DVD, a fines del
año pasado, de la versión más fiel y completa de la película, con una duración
de 5 horas y 15 minutos, además de un par de extras que incluían declaraciones
de Bertolucci y su inseparable (e insuperable) director de fotografía en esos
años, el MAESTRO Vittorio Storaro.
Por supuesto, la encargué por internet y la
recibí hace alrededor de dos meses, aunque me costó encontrar un momento
propicio para ver completa y en una sola sesión esta extensa cinta, como debe
ser, y no en capítulos como la vi hace 15 años. Y ahora puedo decir que volví a
quedar fascinado, incluso aunque ahora tomé más conciencia de las
irregularidades de la obra de Bertolucci. Afortunadamente, aunque parezca
increíble, la extrema duración no es un defecto, salvo para aquellos
espectadores impacientes, pero lo que sí puede agotar es su excesiva
ideologización. Más allá de las ideas políticas de cada uno, la apología de las
clases obreras y campesinas y la exaltación del socialismo rozan el panfleto y
su exceso de didactismo no resiste tan bien el paso del tiempo, especialmente en
la última media hora, cuando un improbable y cuestionado "juicio popular al
patrón" sirve de excusa para un desfile de banderas rojas que de seguro
provocará urticaria a muchos... pero a la vez es en estos excesos donde radica
una de las grandes virtudes que Bertolucci exhibe en Novecento, la capacidad de
expresar su forma de pensar a través del cine, con una pasión desbordada,
genuina y hasta ingenua. Lo mismo vale para estremecedoras escenas ligadas al
sexo y la violencia, que incluso en estos días, cuando el público ya está
acostumbrado a ver de todo en la pantalla, pueden incomodar y perturbar a más de
alguien. Por ejemplo, quienes la han visto de seguro no olvidan la muerte de un
gato o de un niño, o a dos jóvenes Robert De Niro y Gerard Depardieu
completamente desnudos, masturbados simultáneamente en una cama por una chica
que ejercía esporádicamente la prostitución (con el excesivo celo y pudor de
muchas estrellas hoy en día, cuesta imaginar muchos ejemplos actuales de actores
famosos que hoy en día asuman tales niveles de desinhibición y entrega a lo que
requieren sus directores).
De cierta manera, se podría afirmar que
Novecento es una suerte de compendio de lo mejor y lo peor que Bertolucci nos ha
ofrecido en su cine, y que a la luz del desarrollo que su carrera ha tenido
posteriormente nos hace añorar esos tiempos en que con mayor o menor fortuna,
pero con enormes dosis de auténtico arte cinematográfico, asumía riesgos reales,
no estrictamente cosméticos, al contar sus historias. Es que definitivamente, al
menos para mí, Novecento pertenece a esa categoría en la que también figuran Las
puertas del cielo de Cimino o Erase una vez en América de Leone, por mencionar
dos ejemplos: más allá de que alguna sea más magistral que las otras, en estos
tres títulos malditos hay pasión, desgarro y ambición por parte de sus
directores, hay metrajes excesivos, hay una voluntad de recurrir a una épica por
momentos casi operística para abordar el pasado, en la que se mezclan la
crudeza, lo sórdido y violento con el sentimentalismo, la poesía y la
melancolía.
Sterling Hayden y Burt Lancaster
Novecento no me decepcionó, porque aunque a
ratos me molesten los citados excesos panfletarios, que algunas situaciones
dramáticas se resuelvan de manera poco convincente o recurriendo a exagerados
desbordes melodramáticos, que el relato se atrape a sí mismo en el último tercio
con un torpe desenlace, hay muchas otras cosas que la hacen una obra única y
maravillosa: la deslumbrante y hermosa ambientación de época, la bella
fotografía de Storaro, a la que no es arriesgado considerar una de las mejores
de la historia del cine (esos atardeceres, las brumas, la oscuridad en los
interiores, ¡y cómo refleja el cambio de estaciones en el campo emiliano, la
naturaleza haciendo eco de los vaivenes dramáticos de la historia con parajes
que pueden ser indistintamente –según el momento- bucólicos como siniestros!), y
una de las partituras de Morricone que deberían figurar en el cuadro de honor en
la honorable filmografía del veterano maestro (por más que en el mediocre
homenaje que le rindieron en los últimos Oscar la olvidaran), no sólo por su
capacidad de sugerir la atmósfera para cada escena, sino además porque hay
secuencias completas cuyo sentido se ve potenciado por su inolvidable música.
Pero más allá de eso, está el creciente dramatismo que se apodera de su
historia, y las magníficas actuaciones de un elenco multinacional y
privilegiado, que va de unos jovencísimos y muy adecuados De Niro, Depardieu,
Dominique Sanda y Stefania Sandrelli hasta un conmovedor Burt Lancaster -tan
lejos y tan cerca de la vez de su príncipe de El gatopardo de Visconti-, un
sólido y muy humano Sterling Hayden, una histérica y sorprendente Laura Betti y
el impresionante Attila de Donald Sutherland, uno de los villanos más perversos
y aterradoramente inolvidables de la historia del cine. Y por encima de todos
esos logros, están los imborrables rostros, las miradas de esos campesinos
reales de los sitios donde se filmó la película, en pequeñas localidades en los
alrededores de Parma, la ciudad natal de Bertolucci; incluso muchos de ellos
quizás vivieron los hechos en carne propia, lo que le da a muchos momentos del
filme un carácter casi documental, de testimonio y herencia de un mundo cercano
al ocaso, un estilo de vida en vías de extinción. La magia de Novecento está en
buena parte en esas caras curtidas por el dolor y la injusticia, que sin embargo
a menudo se alegran por la fugaz ilusión de una fiesta, un baile o una canción.
Es en la capacidad para entender su esencia, así como la de esos personajes y
esa historia, y trasladarlos a la pantalla grande en una película que puedes
querer u odiar, pero no te deja indiferente, donde descansa el talento y la
proeza que Bertolucci desarrolla en esta película fallida, irregular sin duda,
pero finalmente fascinante, irrepetible, única.(4)
La acción dramática principal tiene lugar en la
finca rústica de 300 Ha. de la familia Berlinghieri y en el pueblo vecino, de la
región italiana Emilia-Romagna, situada al Norte de Italia. Sigue la historia
italiana desde enero de 1901 hasta abril de 1945, con un epílogo situado en la
primavera de 1976. Los principales acontecimientos históricos que jalonan el
relato son la muerte de Verdi (27-I-1901), la gran huelga agraria de 1908 (de
1/V al 25/VI), la IGM (1914-18), la fundación del PCI (Livorno, 21-X-1921), la
toma del poder por Mussolini (30-X-1922), la prohibición del PCI (5-XI-1925), la
IIGM (1939-45) y el día de la liberación (25-IV-1945).
El film desarrolla el relato novelado de las
historias de Olmo Dalcò, nieto de Leo Dalcò (Hayden), bracero residente en la
finca, y de Alfredo Berlinghieri, nieto del último propietario de la explotación
agraria que pudo gobernarla a la antigua usanza. Olmo (Depardieu) es un bracero
airado y luchador, con madera de líder, que encabeza los movimientos de protesta
de los trabajadores de la finca. Alfredo (De Niro) lleva una vida despreocupada
y relajada hasta que, a la muerte del padre, Giovanni (Valli), se ve obligado a
asumir las funciones de patrón.
El film suma drama, historia, romance y guerra.
Desarrolla la acción en los alrededores del lugar de nacimiento de Bertolucci
(Parma, Emilia-Romagna). De algunas localizaciones da el nombre y su posición
(Madonna dei Prati, a 3 Km. de la finca). De otras facilita sólo el nombre
(Piacenza, Cremona...). Muestra, sin identificarlo explícitamente, el cauce
parsimonioso del río Rabbi y las casas de la finca “La Piacentine”. De ésta da
el número de trabajadores y trabajadoras (un centenar) y los componentes de su
producción: carne ovina, porcina y vacuna, leche, cultivos de riego (huerta,
maíz, fruta...) y de secano (grano, viña...), etc.
Presta atención a la progresiva mecanización
del campo con el desplazamiento del arado de bueyes o mulos a raíz de la
introducción del tractor, el rastrillo, etc. Explora la evolución del papel del
terrateniente desde la época superada del abuelo Alfredo (Lancaster), pasando
por los cambios impuestos por la creciente organización sindical del campo que
obliga a negociar y a reconocer derechos, hasta la delegación de las tareas de
gestión en manos de asalariados como Attila (Sutherland), crueles y
violentos.
El relato se divide en cuatro etapas, que
tienen lugar en cada una de las cuatro estaciones del año. La infancia de Olmo y
Alfredo se presenta en verano, la adolescencia en otoño, la madurez en invierno
y la vejez en primavera. Así mismo, la infancia de los protagonistas coincide
con la emergencia del movimiento obrero, la adolescencia con la aparición de la
lucha obrera (reivindicaciones, huelgas...), la madurez con la derrota del
fascismo y el triunfo de la democracia y la vejez con los sueños de liberación.
A lo largo de las cuatro etapas va disminuyendo el número de trabajadores de la
finca. Las bajas pasan a trabajar en otros lugares (ciudad) y en otras
ocupaciones (industria). A lo largo de su recorrido, el relato está hecho desde
el punto de vista de los trabajadores (el de Leo al principio y el de Olmo
después), que se inspira en los ideales, concepciones y sentimientos del PCI,
principal impulsor del movimiento obrero en Italia.
Bertolucci analiza otros temas, como la
crueldad de los “camisas negras”, la importancia y precocidad del sexo en el
mundo agrario, el envejecimiento en una explotación agrícola, las condiciones de
trabajo y de vida de los trabajadores del campo, el papel de la mujer en las
tareas agrícolas, el proceso de reivindicación obrera y la evolución de sus
objetivos, etc. Algunas escenas, de gran realismo, causan fuerte impresión, como
el sacrificio del cerdo, el lanzamiento de excrementos a Attila, la represalia
de éste, el acompañamiento al cementerio de los muertos en el incendio de la
Casa del Pueblo, el asesinato de un niño, los suicidios, la muerte violenta de
un gato, el bracero que se corta una oreja y se la entrega al terrateniente,
etc.
El film presenta una descripción sesgada de la
inviabilidad de las posiciones liberales, que no se identifican ni con el
autoritarismo fascista, ni con las ansias revolucionarias obreras. Encarnan
estas posiciones Octavio (Bruhns) y Ada (Sanda), a los que se asignan papeles de
derrota, embriaguez y locura. Al margen del sentimentalismo ideológico y del
sesgo emocional que lo informan, el film cuenta con muchos elementos que
fundamentan su solidez e interés.
La música, de Ennio Morricone, ofrece una
partitura vibrante, sencilla y grata, que hace uso de violines, grupos de cuerda
y de cuerda y metal, solos de ocarina, voz, coros, etc. La melodía central tiene
formato de himno de exaltación y glorificación. Va acompañada de cortes
incidentales, que resaltan su centralidad y preeminencia. Añade el canto de
“Giovinezza” (marcha fascista). La fotografía, de Vittorio Storaro (“Apolalypse
Now”, 1979), en color (technicolor), presenta una narración visual muy cuidada y
atractiva, de gran perfección. Son excelentes las interpretaciones de De Niro y
Depardieu.(5)
El director italiano Bernardo Bertolucci acudió
al Festival de Cine de Estéril, del año 2008 para presentar el documental
"Bertolucci Secondo il Cinema", que cuenta la historia de la realización de su
aplaudido filme "Novecento", estrenado en 1976.
El realizador, que es homenajeado en esta
segunda edición del certamen luso, calificó "Novecento", protagonizada por
Robert De Niro y Gérard Depardieu, como una obra "ambiciosa" y recordó lo que le
costó que la película se exhibiese en Estados Unidos. La cinta narra las cinco
primeras décadas del siglo XX en Italia a través de la historia que entabla un
niño de clase humilde con otro de clase alta.
El director, además, señaló la coincidencia que
existe entre el 25 de Abril de 1945, año en el que Italia se libera del
fascismo, y el 25 de Abril de 1974, cuando surgió en Portugal el movimiento
militar que puso fin a la dictadura de Antonio Oliveira Salazar. Bertolucci,
autor del premiado filme "El último Emperador", fue recordado durante el fin de
semana con la proyección de algunas de sus obras, como "The Dreamers" (2003), a
cuya exhibición acudieron sus protagonistas, los actores Michael Pitt y Louis
Garrel . (6)
Bernardo Bertolucci (nacido en Parma, Italia,
16 de marzo de 1941) es un director de cine italiano. Su padre, Attilio, era
poeta. Bernardo estudió en la Universidad de Roma, dónde se ganó una cierta fama
como poeta. Se inició en el mundo del cine realizando cortometrajes en 16 mm con
su hermano Giuseppe. En 1961 hizo de ayudante de dirección en Accattone, primer
largometraje de Pier Paolo Pasolini. Un año después se estrenaba como director
con La commare secca.
Continuó con Partner (1968) y La estrategia de
la araña (1970), antes de alcanzar su primer éxito artístico con El conformista
(1971), historia de un hombre que se une al fascismo para conjurar su
problemática identidad sexual. Esta película es considerada por muchos críticos
como su obra maestra y fue nominada al Oscar al mejor guión. Su filmografía
posterior incluye la polémica El último tango en París (1973, nominada al Oscar
al mejor director), Novecento (1976) épico homenaje al comunismo italiano, con
música de Ennio Morricone y fotografía de Vittorio Storaro, La luna (1979), La
historia de un hombre ridículo (1981), El último emperador (1987, ganador de 9
premios Oscar, dos de ellos a Bertolucci, como director y como coguionista), El
cielo protector (1990) y El pequeño Buda (1993).
Bertolucci introdujo un estilo visual
caracterizado por los movimientos de masas magistralmente coreografiados,
complejos movimientos de cámara y un montaje estilizado, que otorgaban una
dimensión operística a la narración cinematográfica.
El trabajo con Pasolini es una influencia que
ha marcado toda su obra posterior, junto con la obra de otros directores como
Godard, Kurosawa o los neorealistas.
El suyo es un cine de autor. Sus principales
características son un esmerado uso de la cámara y del montaje, y el trabajo de
la fotografía con finalidades simbólicas. (1)
FILMOGRAFÍA
• 1959 — Il teleferico (cortometraje en 16 mm)
• 1960 — Morte di un maiale (cortometraje en 16
mm)
• 1962 — La commare secca
• 1964 — Prima della rivoluzione
• 1967 — La vía del petróleo (documental para
TV)
• 1966 — Il canale (cortometraje documental)
• 1968 — Amore e Rabbia (episodio «Agonía»)
• 1968 — Partner (Il sosia)
• 1970 — La strategia del ragno
• 1970 — El Conformista (The confirmist / Il
Conformista)
• 1971 — La salute è malata (I poveri muoiono
prima) (La salud está enferma (Los pobres mueren antes)) (documental)
• 1971 — 12 de diciembre (documental)
• 1972 — El último tango en París (Ultimo tango
a Parigi / Last tango in Paris)
• 1976 — Novecento
• 1977 — Silenzio e complicità
• 1979 — La luna
• 1981 — La tragedia di un uomo ridicolo
• 1984 — L'addio a Enrico Berlinguer
(documental)
• 1987 — El último emperador (The Last Emperor
/ L'ultimo imperatore)
• 1990 — The Sheltering Sky (Il tè nel deserto)
• 1993 — Little Buddha (Piccolo Buddha)
• 1996 — Stealing Beauty (Io ballo da sola)
• 1998 — Besieged (L'assedio)
• 1989 — 12 registi por 12 città (fragmento
«Bologna»)
• 2002 — Ten Minutes Older: The Cello (episodio
«Histoire d' eaux»)
• 2003 — Soñadores (The Dreamers / I sognatori)
PREMIOS
• Premios OSCAR
o 1987 Mejor dirección: “El ultimo
emperador”
o 1987 Mejor Guión adaptado: “El ultimo
emperador”
• Premios GLOBO DE ORO
o 1988 Mejor dirección: “El ultimo
emperador”
o 1988 Mejor Guión: “El ultimo emperador”
• Premios BAFTA
o 1987 Mejor película: “El ultimo
emperador”
• Premios CESAR
o 1987 Mejor película extranjera: “El ultimo
emperador”
NOVECENTO
SINOPSIS
En el año 1900, en una finca en el norte de
italia, nacen el mismo día el hijo de un terrateniente y el hijo de un bracero.
La película les sigue a ellos y a sus familias durante ochenta años en la
amistad y la alienación, sobre todo en lo relacionado con su actitud frente al
fascismo, con el que burgués colabora pasivamente mientras el trabajador se
convierte en partisano. Famoso drama que hace un complejo recorrido histórico,
político y social de la Italia del siglo XX, muy alabado por la crítica y con un
impresionante reparto. (FILMAFFINITY) (2)
FICHA
TÉCNICA
Dirección Bernardo Bertolucci
Producción Alberto Grimaldi
Guión Franco Arcalli, Bernardo Bertolucci
Música Ennio Morricone
Fotografía Vittorio Storaro
Montaje Franco Arcalli
Reparto
Robert De Niro, Gérard Depardieu, Dominique
Sanda, Francesca Bertini, Laura Betti, Werner Bruhns, Stefania Casini, Sterling
Hayden, Anna Henkel, Ellen Schwiers, Donald Sutherland, Burt Lancaster, Stefania
Sandrelli, Alida Valli.